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jueves, 23 de enero de 2014

MARIANO DELGRÁS RIVAS

DELGRÁS RIVAS, Mariano
[Escamilla, 1797 / Madrid, 14 de mayo de 1855]

Mariano Delgrás Rivas nació en 1797 en Escamilla, un pueblo al sur de la provincia de Guadalajara en la comarca de la Baja Alcarria, y falleció en Madrid el 14 de mayo de 1855. Aunque no conocemos muchos datos de su vida personal, sabemos que estuvo casado y que tuvo, al menos, dos hijos. Su hija contrajo matrimonio con el también médico Serapio Escolar, que colaboró con él en alguno de sus proyectos asociativos y editoriales, y su hijo Leopoldo contrajo matrimonio con Carmen Escudero, con la que tuvieron un hijo, Virgilio Delgrás Escudero, que murió en Guadalajara el 18 de agosto de 1866 con tan solo dos años de edad. Su sobrino Antonio Delgrás y Rezano, que quedó huérfano a corta edad, fue un destacado pedagogo y calígrafo que le dedicó en 1848 uno de sus primeros libros: Caligrafía popular.
En 1818 comenzó sus estudios de Medicina en la Universidad de Alcalá de Henares, pasando al Hospital General de Madrid para realizar sus prácticas. Al completar su formación, fue nombrado médico del Hospital de los Irlandeses, en la madrileña calle de Tabernillas y desde 1828 fue profesor en la Facultad de Medicina de Madrid. Perteneció a la Real Academia de Medicina, que estuvo temporalmente clausurada a partir de 1824 como consecuencia de la restauración absolutista y que sólo se reabrió en 1836, y a Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la que fue uno de los primeros académicos después de su fundación, por medio de un Real Decreto, el 25 de junio de 1847.
Por su reconocida competencia médica, en distintas ocasiones prestó relevantes servicios al Estado. En 1835 fue elegido para formar parte de la Comisión que la Reina Gobernadora María Cristina de Borbón organizó para establecer las bases definitivas de la Escuela de Veterinaria y en los años de la Regencia del general Baldomero Espartero perteneció a la Junta Suprema de Sanidad.
En 1840 fue llamado al Palacio Real para dictaminar la conveniencia de que la reina Isabel II tomase baños de aguas medicinales para aliviar la enfermedad de la piel que la monarca padecía por entonces, siendo condecorado por sus atinados consejos con la cruz de comendador de la Orden de Isabel la Católica con fecha de 7 de marzo de 1842. Según la profesora Isabel Burdiel, con esta solicitud para que se recomendase que la reina tomase las aguas termales buscaba su madre, la regente María Cristina de Borbón, una excusa para poder acercarse a Barcelona y tratar personalmente con el general Baldomero Espartero la delicada situación política del reino, una crisis que acabó con su salida del país y el cambio de Regencia.
El ejercicio de la medicina no le impidió implicarse en la vida social, como lo demuestra su nombramiento como vocal de la Comisión de Beneficencia de Madrid o su designación en 1854 como conservador del Museo de Ciencias Naturales de la capital. Además, en 1835 pertenecía a la Milicia Nacional madrileña y dos años después le encontramos en la lista de socios del Ateneo Literario, Científico y Artístico de Madrid.

Promotor del asociacionismo sanitario
Pero, sobre todo, Mariano Delgrás destacó por su afán divulgador. Con los doctores Manuel Codorníu y Manuel Ortiz Traspeña fundó el Boletín de Medicina, cirugía y farmacia, que el 5 de junio de 1834 sacó su primer número, por lo que es considerado el promotor de la primera revista sanitaria que se publicó en España, y de la que muy pronto quedo como único responsable. En 1853 el grupo editor del Boletín se unió a la redacción de la Gaceta Médica para publicar El Siglo Médico, una de las revistas más importantes y longevas de la abundante prensa sanitaria de la España del siglo XIX. Su actividad en este campo de las publicaciones científicas en nuestro país fue fundamental y así le fue reconocida.
Al calor del citado Boletín se creó la “Biblioteca escogida de medicina y cirugía”, otra meritoria iniciativa de Mariano Delgrás Rivas que, para satisfacer las necesidades materiales del Boletín y de la Biblioteca, adquirió una imprenta, instalada en el número 15 de la calle Amor de Dios de Madrid, que con la razón social de Imprenta del Boletín de Medicina, cirugía y farmacia editó algunos libros científicos de diversos autores.
Fue autor de numerosos artículos y monografías sobre diferentes materias sanitarias y, además, tradujo al castellano alguna afamada obra de autores extranjeros. De su producción escrita podemos reseñar su Memoria sobre el agua mineral de Solares en la provincia de Santander, editada en 1828, o su traducción, junto con Diego de Argumosa, de los Nuevos elementos de patología médico-quirúrgica de los doctores Louis-Charles Roche y L. J. Sanson, que se publicó en 1828 y que en 1836 ya había conocido tres ediciones.
También merece resaltarse su labor para organizar a los profesionales sanitarios y mejorar sus condiciones de vida y de trabajo. Fue fundador y primer vicepresidente de la Sociedad Médica General de Socorros Mutuos, una asociación mutual nacida a raíz de la libertad de asociación profesional decretada en 1839, que tuvo al Boletín de Medicina, cirugía y farmacia como órgano oficial desde 1841; en 1852 publicó sus Estatutos que fueron impresos en su ya citado establecimiento tipográfico. Más adelante, presidió la Confederación Médica Española que, en el año 1848, agrupaba a 7.000 médicos, y al fallecer era presidente de la sociedad La Emancipación Médica. Y a través de los Institutos de Medicina de Madrid y de Valencia,que le nombró como su delegado en el Instituto Médico General de España y sus Islas adyacentes, procuró reorganizar y dignificar el trabajo de los médicos rurales.

Su actividad parlamentaria
Fuertemente identificado con los valores del liberalismo progresista, y atendiendo a su fama y prestigio, se presentó como candidato a las elecciones legislativas del verano de 1839 dentro de una candidatura progresista, obteniendo un resultado digno pero insuficiente para ser elegido diputado a Cortes. El balance de los cinco días de votación en los diez y ocho colegios electorales de que se componía la provincia alcarreña fueron los siguientes: José Muñoz Maldonado, 1.391votos; Ambrosio Tomás Lillo, 1.169; Joaquín Verdugo Lizáur, 1.078; el general La Hera, 1.075; Lucas García, 1.078; Francisco Romo Gamboa, 770; Mariano Delgrás, 758; Manuel Hidalgo Calvo, 743; y aún hubo otros candidatos que cosecharon menor número de papeletas. En esa primera vuelta sólo ganó el escaño José Muñoz Maldonado.
Este fracaso electoral no se debía a que por su ausencia de la provincia se le pudiese acusar de ser un candidato cunero pues, aunque no residía en Guadalajara, mantenía una frecuente relación con su tierra natal, como lo demuestra que en el mes de septiembre de 1840 fuese nombrado delegado de la provincia alcarreña en la Junta Suprema Central que devolvió el poder a los progresistas y llevó hasta la Regencia al general Baldomero Espartero.
En los comicios celebrados del 27 de febrero de 1843 formó candidatura progresista por el distrito alcarreño junto con Narciso Riaza y Vicente Peiró, una terna que contaba con el apoyo de la Diputación Provincial. A pesar de ambas circunstancias, cuando el 10 de marzo se reunió la Junta de escrutinio se comprobó que ninguno de los candidatos había obtenido mayoría absoluta; de los más de 5.000 electores censados sólo 3.319 habían ejercido su derecho a sufragio y ninguno de los candidatos obtuvo al menos la mitad de los votos emitidos, condición necesaria para ser proclamado diputado. La división de los progresistas, enfrentados por la política del Regente Baldomero Espartero, al que algunos apoyaban y contra el que otros conspiraban activamente, explica este insuficiente resultado electoral. En la segunda vuelta el número de votos se incrementó hasta los 3.957 y, en esta ocasión, Mariano Delgrás obtuvo la confianza de 2.237 ciudadanos, lo que le permitió ocupar su escaño en Cortes el día 26 de abril.
Decidido a participar en la vida parlamentaria, se integró en la Sección Segunda del Congreso de los Diputados y dio un único discurso de contestación al de la Corona. Sin embargo, el 20 de mayo de 1843 el general Baldomero Espartero disolvió las Cortes y puso fin a la legislatura, de tal manera que Mariano Delgrás Rivas sólo fue diputado durante un mes. No volvió a participar en la vida parlamentaria.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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