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viernes, 28 de marzo de 2014

JUAN GÓMEZ CRESPO

GÓMEZ CRESPO, Juan
[Madrid, 27 de enero de 1857 / Auñón, 16 de mayo de 1915]

Nació en Madrid el 27 de enero de 1857 y falleció en el pueblo guadalajareño de Auñón el 16 de mayo de 1915.

Su militancia socialista
Muy joven empezó a trabajar como tipógrafo, entrando en contacto con Pablo Iglesias y convirtiéndose en miembro de lo que Juan José Morato llamaba la “camarilla”, el núcleo duro socialista que dirigía la madrileña Asociación del Arte de Imprimir, cuya Mesa de Discusión llegó a presidir en 1883, y la Federación Tipográfica, en cuyo II Congreso llevó la delegación de sus compañeros madrileños y en el IV la representación conjunta de las Sociedades de Madrid y Guadalajara. Militante adelantado del PSOE, colaboró en la redacción y la impresión de El Socialista y fue nombrado administrador del semanario obrero.
El 15 de enero de 1882 se celebró en un aula de las Escuelas Pías de San Fernando la primera asamblea pública del partido obrero y se eligió al primer Comité legal del PSOE, del que formaba parte con los también alcarreños Modesto Aragonés y Luis Ranz. Ese mismo año fue incluido en la primera candidatura que el partido obrero presentó en España a unos comicios, una lista que concurrió sin posibilidades de éxito a las elecciones para diputados provinciales de Madrid. A él se debe, además, “la publicación decorosa de la reducción de El Capital de Marx, de Deville” y de los primeros libros y folletos editados por el PSOE, según Juan José Morato, que le califica de “espíritu inquieto y lleno de iniciativas”.
Tipógrafos madrileños hacia 1890
Sus años en Guadalajara
A causa de una enfermedad de su esposa, en diciembre de 1889 abandonó la capital del reino y llegó a Guadalajara, para emplearse en el Establecimiento Tipográfico Provincial, en el que pocos meses después llegó a ser regente, con un salario de 1.250 pesetas, a las que podía sumar lo que percibiese por sus trabajos particulares como tipógrafo. En esa imprenta editó Juan Gómez Crespo a lo largo de varios años unos almanaques que fueron muy populares, en los que se recogía información de todas las fiestas y ferias de la provincia. También inició el proyecto de publicar una Biblioteca de la provincia de Guadalajara, para la que el presbítero Ignacio Calvo Sancho, bibliotecario de la Universidad de Salamanca estaba preparando una obra, Sueños históricos sobre la Alcarria y sus aledaños, que nunca llegó a la imprenta.
Poco después de establecerse en Guadalajara rompió sus lazos con el PSOE y se acercó a los partidos republicanos: en El Atalaya de Guadalajara del 18 de enero de 1894 ya escribía “llevamos los republicanos…” y en los comicios municipales de 1895 fue interventor electoral a propuesta de los candidatos republicanos. Encontramos artículos suyos en el semanario antimonárquico El Atalaya con el seudónimo de Zemog a partir de 1892, y con su firma desde 1893; fue redactor de sus artículos centrales, editorialista y administrador y hasta llegó a publicar algún relato breve en este semanario.
Durante esos años, fue un periodista prolífico; colaboró con diversas cabeceras de la provincia tratando temas muy diversos; así en Atienza Ilustrada, concretamente en su número de enero de 1899 publicó un artículo histórico sobre El Empecinado, y ese mismo año en La Crónica firmaba una colaboración en la que se definía políticamente como “demócrata radical en los procedimientos, militante en partido que todo lo supedita al bienestar general”, es decir, en el republicano, y encontramos textos suyos en otros periódicos de su época.
Además fue administrador de La Legislación Sanitaria, un periódico profesional para médicos y farmacéuticos que sacó su primer número el 1 de marzo de 1898, bajo la dirección de Joaquín García Plaza y Ángel Campos García, con los que había colaborado en El Atalaya de Guadalajara.
Fue también uno de los más entusiastas fundadores del Ateneo Instructivo del Obrero de Guadalajara en 1891, junto con otros antiguos tipógrafos socialistas como Alfonso Martín Manzano o Enrique Burgos Boldova, que como él mismo habían roto con el obrerismo marxista y se aproximaban al republicanismo más avanzado, aunque se mostró menos activo que sus compañeros en los primeros años de la sociedad.
En octubre de 1899 el antiguo Establecimiento Tipográfico Provincial, anejo a la Casa Inclusa de la Diputación, quedó reducido a taller de aprendizaje para los huérfanos asilados, sin confeccionar más impresos que los necesarios para esta institución, quedando Alfonso Martín Manzano al frente del mismo, no como Administrador sino como simple gerente o encargado, y el entonces Administrador, Juan Gómez Crespo, quedó cesante.
Fuese por ese motivo o por convicción ideológica, se fue aproximando al Partido Liberal y al omnipresente conde de Romanones que, en pago a los servicios prestados, le concedió en enero de 1900 el cargo de Secretario Municipal interino de Trillo, un destino ambicionado por Gómez Crespo pues sus famosos baños medicinales podían aliviar los padecimientos de su esposa.
Una grave dolencia cerebral le alejó de la actividad laboral y de sus colaboraciones periodísticas, trasladándose a vivir al pueblo de Auñón, en donde falleció el 16 de mayo de 1915.
JUAN PABLO CALERO DELSO

lunes, 24 de marzo de 2014

MANUEL GARCÍA-MOLINA MARTELL

GARCÍA MOLINA-MARTELL, Manuel
[Madrid, 18 de noviembre de 1848 / ]

Nació en Madrid el 18 de noviembre de 1848, pero muy pronto se trasladó con su familia a Valladolid, donde residió buena parte de una vida trashumante, que le llevó a recorrer casi todo el país.
En la ciudad vallisoletana obtuvo el grado de Bachiller en Ciencias y en 1867 se matriculó en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid, alcanzando en 1871 el título de licenciado en Ciencias Exactas.
De vuelta a la capital castellana se dedicó a los negocios, y así en el Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración correspondiente al año 1884 figura como comisionista o representante con domicilio en el número 1 de la calle Chancillería de Valladolid.

Su actividad profesional
En los primeros años de la Restauración fue nombrado catedrático supernumerario de Instituto, una figura administrativa creada por el gobierno conservador a partir de 1877 que permitía el acceso a las cátedras no por estricta oposición, sino por elección del poder político entre la terna de candidatos propuesta por el tribunal que juzgaba el acceso a esas cátedras. Como no siempre los candidatos conservadores quedaban entre los tres mejor calificados que componían la terna, a veces tuvieron que nombrar catedráticos supernumerarios que eran de orientación política opuesta, como fue el caso de Manuel García Molina-Martell.
Esta situación personal le llevó a interesarse por las condiciones laborales del profesorado, publicando el 18 de diciembre de 1886 en Las Dominicales del Libre Pensamiento un artículo en el que solicitaba acabar con esa injusta división administrativa entre catedráticos numerarios y supernumerarios que sólo respondía a una voluntad política. Decía, con meridiana claridad, “¿Es ilegal la situación de auxiliares y supernumerarios? Pues expúlseles del profesorado francamente, en unión de los compañeros suyos, que ya son numerarios, que son, a no dudarlo, los que más aprovecharon la ilegalidad y los únicos que pudieron tomar parte en esas permutas escandalosas que la prensa profesional tan acertadamente ha titulado endoses de cátedras? ¿Se cree imposible la expulsión total? Pues revísense escrupulosamente todos los expedientes de los numerarios, supernumerarios y auxiliares á quienes afecta el decreto de 1877; allí donde se halle un abuso, castíguese, pero hágase justicia, allí también donde se encuentre una injustificada postergación”. No era un interés reciente, pues ya en 1883 había dado a la imprenta un folleto de una veintena de páginas titulado El profesorado público. Ligeras indicaciones a propósito de un proyecto de ley de Instrucción Pública, que se tiró en el establecimiento tipográfico de Agapito Zapatero, en Valladolid.
En cualquier caso, en el curso 1884-1885 ya era catedrático del Instituto de Segunda Enseñanza de Valladolid, como demuestra firmando el 26 de noviembre de 1884, junto a otros profesores del mismo centro y de la Universidad vallisoletana, una carta en la que protestan del trato que el gobierno conservador ha dispensado al republicano Miguel Morayta Sagrario, catedrático de Historia en la Universidad Central, con motivo del discurso que pronunció en la apertura de ese curso académico.
Con fecha del 5 de octubre de 1888 se incorporó definitivamente al escalafón de catedráticos numerarios de Instituto de Segunda Enseñanza, obteniendo su primer destino en el de Valladolid, donde ya ejercía la docencia como supernumerario. El 28 de febrero de 1889 la Reina Regente firmó una Real Orden por la que se le trasladaba a la cátedra de Historia Natural del Instituto de Cabra, en la provincia de Córdoba, con un sueldo anual de 3.000 pesetas.
En diciembre de 1890 se convocó un concurso para las cátedras de Matemáticas del Instituto Jovellanos de Gijón y finalizado el plazo concedido, sólo Manuel García Molina-Martell se había presentado como aspirante a esta cátedra de una asignatura que estaba más en concordancia con sus estudios universitarios. Y aunque solicitó y obtuvo una prórroga para incorporarse a su nuevo destino, finalmente marchó al Instituto gijonés, y en octubre de ese año ya le encontramos remitiendo desde la ciudad asturiana la recaudación de una cuestación pública en favor de las víctimas de unas recientes inundaciones.
Durante su estancia en tierras asturianas mantuvo su inclinación por la enseñanza, publicando en 1891 un folleto titulado Jovellanos y la Pública Instrucción, que apenas era una muy breve aproximación al asunto, que fue editado en la Imprenta de El Comercio de Gijón. Y al año siguiente se inscribió para participar en el congreso pedagógico hispano-portugués-americano de 1892.
En enero de 1897 se presentó a la oposición para cubrir la cátedra de Matemáticas en los Institutos Cardenal Cisneros de Madrid y de Cuenca y, al no conseguirlo, en 1898 concursó para ocupar la cátedra de Matemáticas del Instituto de Segunda Enseñanza de Soria, petición que le fue concedida mediante una Real Orden con fecha del día 9 de abril. No debió encontrarse muy a gusto en esta capital castellana, pues en la primavera de 1900 participó en el concurso para proveer la misma cátedra en el Instituto de Reus, en la provincia de Tarragona. Aunque compitió con otros tres catedráticos, el día 1 de diciembre de ese año se hizo pública una Real Orden concediéndole el traslado a Cataluña con un sueldo anual de 4.000 pesetas, pero por motivos que no conocemos antes de incorporarse al Instituto de Reus renunció a su nuevo destino y permaneció en Soria.
Otra Real Orden del 19 de abril de 1902 le concedió la cátedra en el Instituto de Castellón de la Plana, donde tampoco llegó a incorporarse, pues el 16 de septiembre de 1902 el catedrático de Matemáticas del Instituto de Guadalajara, Luis Catalá Jimeno, obtuvo el traslado a Cádiz, siendo sustituido en la capital alcarreña por Manuel García Molina-Martell, que hasta entonces había permanecido destinado en la vecina ciudad de Soria. Apenas, estuvo unos meses en Guadalajara, pues el 11 de agosto de 1903 permutó su plaza con Antonio Romero Rubira, que era catedrático de Matemáticas en Reus, un destino que aquél ya había obtenido y al que había renunciado.
Residió en Reus durante varios años, y sabemos que en 1908 aún estaba allí destinado cuando se le ascendió por antigüedad en el escalafón profesional, pero en el momento de su jubilación, en noviembre de 1918, ocupaba la cátedra de matemáticas en el Instituto de Baeza, siendo en marzo de ese año el único miembro del claustro de ese centro, junto con Antonio Machado, que firmó una suscripción del profesorado en favor del profesor Julián Besteiro, con motivo de su encarcelamiento por formar parte del Comité de UGT en la Huelga General del verano de 1917.
Su acción política
Manuel García Molina-Martell participó muy activamente en las luchas políticas de su tiempo, siempre en las filas del republicanismo, y más concretamente del federal que tenía como referencia a Francisco Pi y Margall, y se mostró como un firme librepensador, aunque no tenemos constancia de que ingresase en la masonería, como muchos de sus correligionarios.
En Valladolid figuraba como uno de los más destacados militantes federales desde 1887, conocido y relacionado con los republicanos del resto de España. Tan pronto le encontramos hablando en el cementerio vallisoletano en el entierro civil de un compañero librepensador, como interviniendo en la apertura del nuevo curso en la escuela que sostenían el Centro de instrucción laica y el grupo Luz de Castilla, o siendo elegido representante de los republicanos vallisoletanos en la velada en honor a Estanislao Figueras, el primer presidente de la República en España, que organizó en Madrid el guadalajareño Anselmo Arenas.
En octubre de 1887 formaba parte del reducido comité organizador de un acto de unidad y afirmación republicana que se convocó para el día 13 de ese mismo mes y año en el Teatro Romea de la capital castellana. El acto se celebró y supuso un éxito absoluto, reafirmándose los presentes en su apoyo a una coalición republicana en cuyo comité ejecutivo para la provincia de Valladolid estaba Manuel García, que presidió la citada asamblea. Esta voluntad de unidad política de todos los sectores antimonárquicos fue una constante en su vida, y lo demostró con posterioridad en varias ocasiones.
Cuando se trasladó al Instituto de Cabra mantuvo su actividad política en las filas del republicanismo y se convirtió en corresponsal en esa localidad cordobesa del diario El País. Fue elegido presidente del comité de Cabra de la organización de la coalición republicana, que el 29 de diciembre de 1889 hizo público un manifiesto que recogió el periódico La República de Madrid.
Destinado en Gijón, mantuvo su actividad política y también en Asturias ocupó un lugar destacado en las filas del republicanismo federal. En julio de 1894 ya formaba parte del comité del partido en Gijón, y en el mes de octubre de ese año fue elegido como uno de los dos presidentes efectivos de la organización federal gijonesa, apareciendo de nuevo entre los firmantes de un manifiesto de la corriente pimargalliana del republicanismo en diciembre de 1897.
Buena prueba del reconocimiento a su actividad y capacidad, en diciembre de 1896 se convocó una Asamblea nacional del partido republicano federal que se celebraría en Madrid y que debía ratificar la opción por el retraimiento electoral y la acción revolucionaria, acudiendo a ese comicio Manuel García Molina-Martell como delegado de los federales vizcaínos junto con Celestino N. Jiménez; los delegados de Guadalajara a esa asamblea fueron Manuel Diges y Damián Castillo.

Su estancia en Guadalajara
Quizás fuese en esa asamblea federal donde entabló sus primeros contactos con los republicanos federales alcarreños, que ya por entonces lideraba Manuel Diges Antón. Sabemos que al comenzar el curso de 1902-1903, ya se encontraba residiendo en Guadalajara, y que desde la ciudad arriacense envió artículos y notas a la prensa republicana de Madrid.
También a orillas del Henares demostró su inteligencia y su compromiso, y en los pocos meses que estuvo en Guadalajara fue director desde enero de 1903 del semanario El Republicano, la primera cabecera que los republicanos, y las fuerzas progresistas en general, sostuvieron en la provincia alcarreña en el siglo XX. No era ningún advenedizo ni un recién llegado a las labores periodísticas, pues el primer número de El País, que vio la luz el 22 de junio de 1887, se abría con una relación de los redactores de este nuevo periódico, que se titulaba “Diario republicano progresista”, entre los que se encontraba Manuel García Molina-Martell.
Su estancia, aunque corta, fue muy intensa pues desde la dirección de El Republicano animó la labor política de los federales alcarreños, que en esos años del cambio de siglo conocieron una indudable hegemonía política en la capital de la provincia y en algunos pueblos destacados, como lo prueba que Manuel Diges llegase a ser el alcalde de Guadalajara. Haciéndose eco de ese protagonismo político se podía leer en la prensa nacional: “Medio Guadalajara va a trasladarse á Madrid, con su alcalde republicano Sr. Diges y el director de su periódico Sr. García Molina-Martell honorable catedrático, a la cabeza, a una asamblea federal”.
JUAN PABLO CALERO DELSO

viernes, 21 de marzo de 2014

MARINA ROMERO SERRANO

ROMERO SERRANO, Marina
[Madrid, 5 de febrero de 1908 / 15 de agosto de 2001]

Nació en Madrid el 5 de febrero de 1908 y falleció en la misma ciudad el 15 de agosto de 2001. Era hija de una familia burguesa y progresista, como lo demuestra que fuese su padrino el doctor Luis Simarro Lacabra, considerado el introductor de la Sicología en España.
El 2 de octubre de 1918 ingresó en el Instituto-Escuela de la Junta para Ampliación de Estudios para cursar el Bachillerato, después de haber realizado sus estudios primarios en la Residencia de Niñas, que también dependía de la JAE. A causa de “su retraso” escolar, sus profesores la mantuvieron tres cursos en el primer grado, por lo que no concluyó sus estudios de Bachillerato, en la Sección de Ciencias, hasta el 18 de junio de 1926.
En su primera juventud no encontró fácil acomodo para continuar sus estudios; se preparó para presentarse a las oposiciones al Ministerio de Fomento y, parece ser, que inició estudios de Medicina y de Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, pero sin graduarse en ninguna de las dos Facultades. Lo que sabemos con certeza es que obtuvo el título de maestra en la Escuela Normal de Magisterio de Guadalajara, en la que se matriculó en 1929, estudiando en la capital alcarreña.
Concluidos con éxito sus estudios de Magisterio en Guadalajara, en 1932 ganó una beca en el Wellesley College de Boston para proseguir sus estudios, para lo que solicitó a la JAE una ayuda para sufragar los gastos de su viaje a Estados Unidos; como le fue denegada tuvo que renunciar a su estancia en Norteamérica. Dos años después, ocupando ya una plaza de profesora en la Sección Preparatoria del Instituto-Escuela, ganó de nuevo una beca para ampliar estudios en Estados Unidos, en esta ocasión en el Smith College de Northampton (Massachusetts), y volvió a solicitar una ayuda para costearse el viaje, concepto por el que le fueron entregadas 1.500 pesetas con cargo a los fondos del Patronato de Estudiantes de la JAE.
Al año siguiente, le fue concedida una nueva beca en el Mills College de Oakland (California), aunque no pudo contar con la ayuda suplementaria que de nuevo pidió a la JAE, y allí obtuvo el grado de Master of Arts. A causa de la Guerra Civil española y de su fatal desenlace, Marina Romero Serrano no regresó a la Península y permaneció en Estados Unidos ejerciendo desde 1938 como profesora de Lengua y Literatura española en la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey). En tierras norteamericanas desarrolló con éxito la carrera docentel que había comenzado en la provincia alcarreña, y fue directora de la Casa Española en el Douglas College, que también formaba parte de la Universidad del Estado de Nueva Jersey.
Aunque en 1940, y tras el preceptivo expediente de depuración fue castigada con la pérdida de todos sus derechos para ejercer la docencia en España, a finales de la década de los años cincuenta volvió a pasar temporadas en su tierra natal, hasta su regreso definitivo en 1970. En 1957 recibió un premio del Instituto Nacional del Libro español por su obra Paisaje y literatura de España, una antología de literatura de la generación del 98 ilustrada con sus propias fotografías y prologada por Julián Marías. Durante esos años publicó, en ambas orillas del Atlántico, varios libros de poemas, entre los que destacan Nostalgia del mañana (1943) y Honda raíz (1989), aunque a su regreso a España se dedicó sobre todo a la poesía y al teatro para niños (Churrupete va a la luna en busca de la fortuna). En 1982 se estrenó una Cantata Divertimento, con música del compositor Antón García Abril, inspirada en su libro de poemas Alegrías.
La Universidad Complutense le concedió en 1992 su Medalla de Honor y fue presidenta de honor de la Liga Española Pro-Derechos Humanos. Feminista de primera hora, fue amiga de otras mujeres adelantadas a su tiempo como las pintoras Maruja Mallo y Delhy Tejero.
JUAN PABLO CALERO DELSO