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sábado, 30 de septiembre de 2017

GABRIEL VERGARA MARTÍN

VERGARA MARTÍN, Gabriel María
[Madrid, 19 de enero de 1869 / Madrid, 21 de diciembre de 1948]

Gabriel María Vergara Martín nació en Madrid el 19 de enero de 1869, aunque él se sentía segoviano por sus raíces familiares, y falleció en la misma ciudad el día 21 de diciembre de 1948. Contrajo matrimonio pero no tuvo hijos.
Aunque durante más de cuarenta años fue catedrático del Instituto de Bachillerato de Guadalajara, siempre residió en Madrid, en la Plaza del Dos de Mayo concretamente, y sólo durante el curso escolar se establecía provisionalmente en la capital alcarreña, casi siempre en el Hotel España, tan próximo al Instituto. Los vecinos de la ciudad se burlaban frecuentemente de quien no decía sentirse a gusto entre ellos pero que ni pidió ni obtuvo otro destino a lo largo de cuatro décadas de actividad docente, hasta convertirse en el más completo de los intelectuales alcarreños del primer tercio del siglo XX y el mejor representante en Guadalajara de la generación del 98.
Completados sus estudios de segunda enseñanza, fue estudiante en la Universidad Central madrileña, donde alcanzó en 1892 el grado de Doctor en Filosofía y Letras con una tesis sobre “Colmenares y su Historia de Segovia” y en Derecho desde 1894 con su tesis “La esclavitud: sus causas y vicisitudes porque ha pasado desde su origen hasta la actualidad”.
El 4 de diciembre de 1894 la Dirección General de Instrucción Pública daba a conocer el listado de admitidos a la oposición a Cátedra de Instituto convocada ese mismo año y a la que Gabriel Vergara se presentaba por primera vez. Sin embargo, solo en el mes de diciembre de 1897 fue propuesto para ocupar la cátedra de Geografía e Historia del Instituto alcarreño, a la que se incorporó el 2 de febrero de 1898 y en la que permaneció hasta su jubilación en enero de 1939. Aunque recién ingresado opositó para obtener una cátedra en los Institutos de Barcelona, Gerona, Burgos y León, no sólo continuó en su cátedra de Guadalajara, sino que acabada la Guerra Civil, solicitó a las nuevas autoridades reincorporarse a su puesto a pesar de haber superado la edad reglamentaria para la jubilación, lo que hizo por breve tiempo tras superar el correspondiente expediente de depuración, en el que sólo delató a Marcelino Martín González del Arco y a José Robledano Torres, conocidos militantes socialistas que ya estaban detenidos.
A lo largo de estos más de cuarenta años escribió numerosos manuales de geografía e historia, tanto española como universal, adaptados a los distintos grados y programas de estudio; también publicó atlas, cronologías y otras obras auxiliares para el estudio de las ciencias sociales; su Historia de España conoció varias ediciones. la última que conocemos de 1927 en la prestigiosa Editorial Hernando. También editó el documentado librito editado en 1937 en conmemoración del primer centenario del Instituto de Segunda Enseñanza alcarreño.
Fue secretario del Instituto en el curso 1901-1902, y al finalizar ese curso académico dimitió el director del centro, Luis Catalá, por encontrarse con la oposición de la mayoría del claustro docente. Por unanimidad, los profesores acordaron proponer al Ministerio como nuevo director a Miguel Rodríguez de Juan, completando la terna preceptiva los profesores Juan Prat y Gabriel María Vergara, que volvió a ser nombrado Secretario del Instituto General y Técnico de Guadalajara. A él se debe, junto al director Miguel Rodríguez de Juan, que en 1903 no se arruinase definitivamente la iglesia conventual anexa al Instituto y que se perdiesen los restos de su fundadora, Doña Brianda de Mendoza. Más adelante fue nombrado vicedirector del Instituto, cargo del que dimitió en 1912.
Su actividad intelectual
Escribió más de un centenar de obras, tanto de investigación como de divulgación, de historia, geografía, derecho, lexicografía, folclore y etnología. Pero destacó, sobre todo, por sus estudios sobre refranes, coplas, modismos y adivinanzas populares relacionados con la geografía y la sociología; a esta serie pertenecen obras como Cantares, refranes, adagios, proverbios, modismos, locuciones y frases proverbiales referentes a curas, frailes, monjas y sacristanes (1919), que recogía los que Gonzalo Correas reunió en el siglo XVII junto a los que él mismo pudo añadir y que primero apareció como breve folleto en 1907, Refranes y cantares geográficos de España (1906), Refranes, modismos y cantares geográficos empleados en España con relación a otros pueblos (1907), Carácter y cualidades de los habitantes de las diferentes regiones españolas según las frases populares (1915), Cosas notables de algunas localidades españolas según los cantares (1918), Algunos cantares, refranes, adagios, proverbios, locuciones y modismos españoles de carácter jurídico (1923), Relaciones entre las festividades de la Iglesia y los fenómenos atmosféricos y las faenas agrícolas según las frases populares españolas (1931) y otros muchos.
Entre lás obras suyas que merece la pena destacar están aquellas relacionadas con la provincia de Guadalajara como Noticias de algunos naturales de Guadalajara que se distinguieron en América (1930), que en principio fue un folleto que editó en 1917 el Instituto de segunda enseñanza y se repartió profusamente con motivo del Día de la Raza y que respondía a un acuerdo del claustro del Instituto para celebrar esa fiesta pidiendo a los alumnos de la provincia que aportaran datos para su elaboración. En esta misma categoría podemos citar Algunas cosas notables y curiosas de la provincia de Guadalajara (1931) o Cantares populares recogidos en la provincia de Guadalajara (1932). El último de sus trabajos publicados creemos que fue “Algunas palabras de uso corriente en la provincia de Guadalajara que no se hallan en los diccionarios”, que se incluyó en el número 49 de la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, correspondiente al segundo semestre del año 1946.
Otros de sus textos que sobresalieron son un Diccionario etnográfico de tribus y pueblos americanos, que presentó infructuosamente a un premio de la Real Academia de la Historia, Mil cantares populares amorosos, que vio la luz en 1921; El cante jondo: siguiriyas gitanas, soleares y soleariyas, del año 1922; o su Diccionario hispanoamericano de voces sinónimas y análogas, publicado en Madrid en 1930.
Obtuvo diversos premios y honores por su actividad investigadora. Ganó una mención de menor en la Exposición de Artes y Oficios de 1901 del Ateneo Instructivo del Obrero de Guadalajara por su obra Nociones de Historia de España y una Memoria de la Cruz Roja en Guadalajara, y ese mismo año recibió una medalla de plata del jurado de la Exposición Provincial de Segovia, por haber presentado diversos trabajos de “interés para aquella provincia”, entre los que quizás pueda destacarse su libro El licenciado Diego de Colmenares y su Historia de Segovia que, con el mismo título que su tesis doctoral, publicó en 1895 en la madrileña Imprenta de G. Hernández. También dedicó a esa provincia castellana su folleto Noticias acerca de algunos naturales de la Provincia de Segovia que se distinguieron en América que se publicó en Madrid en 1918 y varios artículos y textos menores.
En 1898 fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, siendo designado también de la de Bellas Artes de San Fernando, de la Academia de la Historia en Lisboa, de la Société Néo-Latine de Carcassonne y de la Luigi Camoens de Nápoles. Fue presidente honorario de la Sociedad Dante Alighieri de Catania, socio de la Sociedad Geográfica de Madrid y de la Sociedad Económica de Amigos del País de Segovia. Y obtuvo las condecoraciones de Caballero de la Orden de Alfonso XII y del Mérito Naval.
En enero de 1917 solicitó a la Junta para Ampliación de Estudios “continuar una colección de manifestaciones de la poesía popular de carácter geográfico e histórico” bajo la dirección del Centro de Estudios Históricos, pidiendo permiso para residir en Madrid “los días que no le corresponda dar clase”. Su petición fue informada favorablemente tanto por el Director del Instituto de segunda enseñanza alcarreño, Salvador Prado Sáinz, como por Ramón Menéndez Pidal, que señaló la importancia e interés de la propuesta investigadora del profesor Vergara Martín.
Colaboró asiduamente con la prensa, en ocasiones empleando el anagrama de su apellido, Garevar, que hemos localizado en una fecha tan temprana como 1892 en los periódicos Revista Contemporánea, donde escribió algunas colaboraciones en verso, o La Biografía ilustrada; más adelante, firmó con este seudónimo colaboraciones en revistas tan diversas como España Médica.
En Guadalajara escribió en Flores y Abejas y en La Palanca, en La Región y El Cuarto de Hora y fundó y dirigió El Magisterio Contemporáneo, que vio la luz entre febrero y septiembre de 1909, un periódico profesional que sostuvo agrias polémicas con otra cabecera educativa alcarreña, La Orientación, con tal intensidad y encono que la prensa provincial se preguntaba: “¿qué harán los chicos si andan así los maestros?”. También colaboró más ocasionalmente con la Revista de Escuelas Normales, que sostenía la Asociación del Profesorado de dichas escuelas y que tenía su redacción en Guadalajara.
Una de sus facetas menos conocidas fue la de poeta; en Flores y Abejas se pueden leer algunos de los poemas breves que escribió, del que escogemos éste, titulado “A una morena”, que se publicó en el número del 4 de febrero de 1900: “El día que te vi por vez primera, / el poder de tu mágica mirada / más brillante que el sol de primavera, / dejó mi voluntad electrizada: / desde entonces, cual hada encantadora, / veo surgir tu imagen adorada / velando como sombra protectora / mi existencia á tu cuito consagrada. / En ti tan solo cifro mi alegría, / no se aparta de ti mi pensamiento, / con tu recuerdo vivo noche y día / sin que pueda olvidarte ni un momento”.Y en 1907 colaboró con un breve poema en el libro Cancionero de los amantes de Teruel, una iniciativa del escritor turolense Domingo Gascón y Gimbao que reunió 500 poemas relacionados con la leyenda de Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla "escritos por los mejores poetas contemporáneos" y que se publicó en Madrid.
Su actividad social
Una presencia tan constante y una actividad intelectual tan intensa en la Guadalajara del primer tercio del siglo XX se tenían que traducir, necesariamente, en una activa vida social. En 1899 fue uno de los más laboriosos colaboradores en el establecimiento definitivo de la Cruz Roja en Guadalajara y en agosto de 1900 figuraba en la Junta Directiva de la sección provincial de la Unión Iberoamericana, que acababa de fundar junto a Ubaldo Romero de Quiñones, Ángel Campos García y Anselmo Arenas, entre otros. En 1912 fue nombrado vocal de la Junta Local de Instrucción Pública y también perteneció en la década siguiente a la Comisión Provincial de Monumentos, que volvió una vez más a establecerse y reunirse, sobre todo en el período en el que estuvo presidida por el gobernador civil Luis María Cabello Lapiedra, que era un prestigioso arquitecto que se había encargado, entre otras, de la restauración de la Iglesia Magistral de la vecina Alcalá de Henares.
También le tentó la política, y al empezar el nuevo siglo ingresó en el partido de José Canalejas, el Liberal Demócrata, de carácter progresista, que se posicionaba más a la izquierda que el Fusionista Liberal y que sostenía postulados democráticos, como la separación de la Iglesia y el Estado. En 1913 firmó un manifiesto público, ampliamente respaldado, para que los maestros de Primera Enseñanza quedasen excluidos de la obligación de impartir las clases de Religión Católica, como hasta ese momento estaban encargados de hacer aunque violase su conciencia.
Al finalizar la Guerra Civil, formó de nuevo parte de la Comisión de Monumentos que se reorganizó en Guadalajara y que tenía como finalidad evaluar y proteger el patrimonio histórico y artístico provincial después de los desastres de la guerra.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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