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sábado, 28 de abril de 2018

FRANCISCO MATEO MARCHAMALO

MARCHAMALO, Francisco Mateo
[Humanes. 1758 / ]

Francisco Mateo Marchamalo nació en el año 1758 en Humanes de Mohernando, una localidad de la provincia de Guadalajara en la que, como en Robledillo de Mohernando y en toda la campiña alcarreña, este apellido era relativamente frecuente en el siglo XIX entre labradores con singular fortuna, así que no tenemos certeza de cuál era su entorno familiar, pero suponemos que sería de origen humilde, pues solo pudo estudiar en la Universidad de Alcalá de Henares gracias a recibir los beneficios de una prebenda de estudios fundada por Alonso Fernández Bermejo, que fue presbítero del pueblo de Ciruelas, y que en 1782 Francisco Mateo Marchamalo pleiteó con Eutaquio Sarmentera, patrono administrador del legado, para cobrar las rentas de dicha prebenda.
Era abogado de formación, pues había estudiado Derecho en la Universidad de Alcalá de Henares, ingresando en 1779 en la Academia de los Santos Justo y Pastor, obteniendo el grado de bachiller en leyes en el año 1783, y recibiendo la habilitación para el ejercicio de la abogacía ante los Reales Consejos en 1788, trasladándose entonces a la capital del reino. Allí se hizo con un evidente prestigio, porque cuando en 1800 se declaró una gravísima epidemia que asoló las ciudades de Cádiz, primero, y de Sevilla, después. Atemorizada la población española, el Ayuntamiento de Madrid decidió organizar una Junta de Sanidad a la que perteneciesen no sólo reconocidos facultativos sino otras personas de “conocida probidad, justificación y ciencia”, estando Francisco Mateo Marchamalo entre sus miembros.

Su carrera judicial
Pero pronto renunció al ejercicio libre de la profesión e ingresó en la carrera judicial durante el reinado de Carlos IV, que le nombró Fiscal del Consejo de Hacienda. Continuó en su puesto bajo la autoridad de José I Bonaparte y pasó en el año 1811 a ejercer como magistrado en la nueva Audiencia de la Villa y Corte madrileña. Su colaboración con el régimen afrancesado no fue inconveniente para que en la primavera de 1812 fuese uno de los regidores del titulado Ayuntamiento libre de Madrid, establecido tras la marcha de José I de la Corte, llegando a declarar públicamente "que derramaría hasta la última gota de sangre por defender la Constitución". Definitivamente liberado Madrid de las tropas napoleónicas, fue designado Oidor de la Audiencia Constitucional de Madrid desde el día 29 de septiembre de 1812.
Aparentemente identificado con el sistema liberal, no por eso tuvo reparo en mantenerse en su puesto con la vuelta al régimen absolutista al regreso de Fernando VII, y en 1815 sustituyó a Mateo Sendoquis como Fiscal de la Sala de Alcaldes de Madrid, actuando en diferentes procesos a conocidos liberales, de los que merece citarse la causa contra Bartolomé José Gallardo, bibliotecario de las Cortes de Cádiz, en la que solicitó para él graves penas por su actividad política y el delito de apoyo a la Constitución de 1812, o la causa contra el coronel Eladio Martínez de Aragón y Cabrera, acusado de conspirar para "atacar la soberanía de Su Majestad por unos medios horrorosos y los más criminales", es decir, un pronunciamiento militar de signo liberal. Medró con éxito en su carrera judicial durante la restauración absolutista y en el año 1817 fue nombrado Asesor de la Superintendencia General de la Real Hacienda y en 1819 ascendía al puesto de Fiscal del Consejo Real y Supremo de Hacienda con las provincias de Málaga, Cádiz, Extremadura, Córdoba, Toledo, Cartagena, Murcia, Jaén, Granada y Sevilla, cargo que llevaba aparejada la pertenencia a la Junta que autorizaba los sorteos públicos de las Reales Loterías.
La vuelta de los liberales al poder tras el pronunciamiento encabezado por Rafael del Riego en 1820 no interrumpió su desarrollo profesional, pues sin ningún reparo volvió a hacer gala de su pasado constitucional. El 15 de marzo de ese mismo año se restableció la Audiencia Constitucional de Madrid con los mismos magistrados que la componían en el momento de su disolución por la reacción absolutista, regresando Francisco Mateo Marchamalo a esa instancia judicial. 
Al mismo tiempo fue reinstaurado el Tribunal Supremo de Justicia, que asumía las competencias judiciales de todos los antiguos Consejos, incluido el de Hacienda al que pertenecía Francisco Mateo Marchamalo en el momento del pronunciamiento liberal. Como se hizo necesario completar los puestos vacantes en el citado Tribunal Supremo, fue elegido por el rey Fernando VII de entre una terna propuesta por el Consejo de Estado, y allí permaneció hasta 1823, como consecuencia del colapso del régimen constitucional y el retorno al modelo político absolutista.
Como demostraba su nombramiento por el monarca para el Tribunal Supremo, frente a los otros dos candidatos propuestos, Francisco Mateo Marchamalo gozaba de la confianza del rey, así que con la vuelta del absolutismo, durante la Década Ominosa, pudo proseguir su actividad en la carrera judicial hasta que en 1828 se tramitó su jubilación como magistrado del Supremo Tribunal de Justicia.

Elección y actividad parlamentaria
El día 3 de diciembre de 1821 se celebró en la Sala Capitular de la Casa Consistorial de Guadalajara una reunión de electores, que estuvo presidida por el Jefe Político Joaquín Montesoro Moreno, para la designación de los dos diputados que enviaría al Congreso el distrito electoral de Guadalajara, resultando elegidos Francisco Mateo Marchamalo y Miguel de Atienza Gutiérrez, y quedando como suplente Gregorio García Tabernero. Acudieron a la cita siete electores, uno por cada partido judicial, en un proceso electoral con sufragio indirecto. Sabemos que por entonces, aunque diputado por Guadalajara, residía en Madrid y, más concretamente, en la céntrica calle de Hortaleza.
El Congreso de los Diputados abrió sus puertas el 15 de febrero de 1822, el día 20 fueron aprobados sus poderes y el 25 juró su cargo y ocupó su escaño. Se le adscribía al sector más conservador del Congreso de los Diputados, lo mismo que a Miguel de Atienza, el otro diputado de la circunscripción de Guadalajara. Permaneció como parlamentario hasta la disolución definitiva de las Cortes el 27 de septiembre de 1823 como consecuencia de la victoria de los Ejércitos Realistas y la supresión del régimen constitucional. Se informa en la Cámara, en la sesión del 4 de julio de 1823, que ha estado presente en Sevilla pero que no llegado a Cádiz, acompañando a las Cortes y a las autoridades del Estado en su huida hacia el sur empujadas y amenazadas por las tropas realistas y sus aliados franceses de los Cien Mil Hijos de San Luis.
Perteneció a las Comisiones de Etiqueta para recibir a Sus Majestades, a la que se compuso para felicitar a Fernando VII en el día de Reyes y a la que estudió el Código de procedimientos militares. No fue un diputado muy activo, pero intervino en varias ocasiones con motivo del debate parlamentario sobre los Señoríos y en la discusión sobre el Oficio de Presidente del Tribunal Especial de Cortes.
JUAN PABLO CALERO DELSO

sábado, 21 de abril de 2018

VICENTE GARCÍA GALIANO

GARCÍA GALIANO, Vicente
[Checa, 1756 / Toledo, 22 de febrero de 1821]

Vicente García Galiano nació en el pueblo de Checa, en el extremo meridional del Señorío de Molina, a mediados del siglo XVIII, hacia el año 1755 o, más probablemente, en 1756. Era hijo de Domingo García y de Josefa Galiano.
Siguió la carrera eclesiástica y fue ordenado sacerdote. En 1790 era cura párroco de la iglesia de Villaminaya, una pequeña localidad en la comarca de los Montes de Toledo, que dependía del arzobispado toledano.
El día 14 de abril de 1792 ganó una plaza de canónigo en la catedral de Sigüenza, vacante por la muerte de su antecesor José Notario. Esta canonjía, además de una renta de cincuenta ducados anuales, llevaba asociada la cátedra de Prima de Teología en la Universidad de San Antonio de Portacoeli de Sigüenza. Esta institución había sido fundada por el arcediano seguntino Juan López de Medina como un colegio, al que en 1489 se le subordinó una Universidad eclesiástica aprobada por el papa Inocencio VIII y que quedó establecida bajo la protección del Sumo Pontífice y del rey de Castilla. Pero por un decreto del día 5 de julio de 1807 se suprimieron once universidades eclesiásticas menores, y entre ellas la de Sigüenza que quedó asociada a la de Valladolid, mientras el prelado seguntino ocupaba apresuradamente el edificio y sus dependencias para instalar allí el Seminario Conciliar de la diócesis.

La Guerra de la Independencia y sus consecuencias
Al comenzar la Guerra de la Independencia, en el año 1808, el cabildo de Sigüenza rechazó colaborar con las nuevas autoridades afrancesadas y algunos de sus miembros se sumaron a la resistencia contra el rey José I Bonaparte. Destacó entre todos Vicente García Galiano, que fue miembro de la segunda Junta Superior de Guadalajara, que se constituyó el 27 de junio de 1811, deambulando desde entonces por toda la provincia durante los últimos meses del conflicto en busca de un cobijo seguro, siempre bajo la amenaza de ser capturados por los ejércitos napoleónicos. Estuvo en Anguita, Huertahernando, Canredondo y otras muchas localidades del Alto Tajo hasta el final del conflicto, formando parte de la nueva Junta Suprema de la provincia en el año 1813.
Con motivo de la convocatoria de las elecciones para las Cortes de Cádiz que se celebraron en 1810, fue designado diputado por la provincia de Guadalajara el sacerdote Andrés Esteban Gómez, canónigo en Sigüenza. Impugnó su compañero en el cabildo Vicente García Galiano este nombramiento por haber nacido aquél en el Señorío molinés, y más concretamente en Alustante, por lo que no podía representar a la circunscripción guadalajareña, que entonces no extendía sus límites hasta la comarca molinesa, y porque la elección se había realizado de forma tramposa y torticera a causa de los manejos del nuevo diputado. En 1812, el pleno de las Cortes dio la razón a Vicente García Galiano.
Restablecida en 1814 la monarquía de Fernando VII, Vicente García Galiano retornó a su labor pastoral en Sigüenza; él y los demás colegiales de San Antonio de Portacoeli solicitaron al rey, con fecha del 1 de junio de 1814, que se abriese de nuevo la universidad eclesiástica seguntina. Aceptó el monarca la petición y el 6 de septiembre de ese mismo año ratificó con su firma la bula que reabría ese centro educativo. Sin embargo, las circunstancias habían cambiado y apenas pudo desarrollar sus actividades con normalidad, por lo que en 1824 fue suprimida definitivamente, ahora bajo el restaurado régimen absolutista, cierre que resultó definitivo en 1837 cuando abrió sus puertas el Instituto de segunda enseñanza de Guadalajara.
Fracasada la revitalización de la Universidad de San Antonio de Portacoeli, Vicente García Galiano volvió a ocupar la plaza de canónigo de la Catedral de Toledo que había ganado el día 2 de octubre de 1815 y allí se trasladó, abandonando la provincia de Guadalajara, por la que sería elegido diputado. En la sede episcopal toledana formó parte del Sínodo de examinadores para los curatos del arzobispado que se otorgaban por oposición.

Elección y actividad parlamentaria
Una vez consolidado el régimen constitucional, en junio de 1820 se celebraron los comicios para el Congreso de los Diputados con un sistema electoral indirecto. La nueva Cámara contaba con la presencia de muchos diputados que habían ocupado un escaño en las Cortes de Cádiz, pero no fue el caso de la circunscripción de Guadalajara, pues los dos congresistas electos eran ajenos al parlamento anterior. Sí es muy significativo que en esta ocasión dos de los tres diputados electos fuesen clérigos, el canónigo Vicente García Galiano y, como suplente, el sacerdote Anselmo Antonio Fernández, una presencia eclesiástica que ya se había conocido en 1810 con los religiosos Andrés Esteban Gómez, diputado por Guadalajara, y José de Roa y Fabián, diputado por Molina de Aragón y que se repetiría en 1822 con el presbítero Miguel de Atienza Gutiérrez. El otro diputado electo, el abogado Ramón Mariano Martínez, falleció poco después de la elección, y fueron esos dos sacerdotes los que representaron en el Congreso a la provincia alcarreña.
De hecho, en el acta de la elección correspondiente a los comicios de 1820 en la provincia de Guadalajara, la relación de los electores que formaron la comisión electoral y que eligieron a los nuevos diputados, de acuerdo al sufragio indirecto entonces vigente, incluye al presbítero Fernando Romo, representante por Molina de Aragón, al párroco de Alcocer Vicente Olivares, elector por Pastrana, al cura de Sacecorbo Antonio Ibáñez, delegado por Cifuentes, y a Justo de Gregorio García, sacerdote de Torrelaguna y elector por el partido judicial de Buitrago. Sólo Ramón Mariano Martínez, abogado en Arbancón y delegado por Cogolludo, y Fernando Casto Pérez, vecino de Usanos y elector por Guadalajara, no pertenecían al ámbito eclesiástico; no es de extrañar que este cuerpo electoral eligiese a un canónigo como primer diputado por la provincia.
Fue denunciado al Congreso por algún elector de la provincia, que alegaba que los miembros de la Junta Superior de Guadalajara de 1811 y 1813, entre los que se encontraba Vicente García Galiano, habían apoyado la restauración del absolutismo por parte de Fernando VII en 1814 y que personalmente había criticado la Constitución de 1812, que inspiraba al nuevo gobierno. Iniciada una investigación oficial por las Cortes, no pudieron encontrar en los archivos del Estado ninguna prueba que ratificase esa acusación, por lo que se desestimó la denuncia y el diputado electo pudo ocupar su lugar en la Cámara.
Vicente García Galiano juró su cargo y tomó posesión de su escaño el 11 de julio de 1820 y falleció en Toledo el 22 de febrero de 1821 cuando aún ejercía como diputado. En los pocos meses que ostentó la representación provincial no formó parte de ninguna comisión parlamentaria y sólo intervino con ocasión del debate sobre la contribución directa a la Hacienda pública.
JUAN PABLO CALERO DELSO

domingo, 15 de abril de 2018

ENRIQUE RIAZA MARTÍNEZ

ENRIQUE RIAZA MARTÍNEZ
[Brihuega, ¿1890? / Guadalajara, 20 de mayo de 1940]

Enrique Riaza Martínez nació en 1890 en la localidad alcarreña de Brihuega, en la provincia de Guadalajara. En 1919 contrajo matrimonio en la iglesia de la Virgen de los Desamparados de Valencia con la también briocense Amparo Saiz Ortega, con la que tuvo cuatro hijos, que le acompañaron en sus diferentes destinos, aunque durante la Guerra Civil alguno de ellos estuvo en el pueblo alicantino de Crevillente en una colonia a la que se envió un grupo de niños de la provincia alcarreña para evitarles los peligros del conflicto bélico.
Cursó sus estudios en el Instituto de segunda enseñanza de Guadalajara con brillantez y, por ejemplo, obtuvo nota de Sobresaliente en Geografía general y de Europa en el curso 1907-1908, a pesar de estar matriculado como alumno libre. En septiembre de 1911 ingresó en la Escuela Superior de Veterinaria de Madrid, donde realizó sus estudios con excelentes resultados, y obteniendo la Licenciatura en el año 1919, pasando a ejercer como veterinario en la provincia alcarreña, primero en Ledanca y después en su Brihuega natal, donde fue inspector veterinario municipal. La misma profesión de veterinario la ejercieron su hermano pequeño Esteban, que fue profesor de Histología en la Escuela Superior de Veterinaria de Madrid e inspector del Matadero madrileño durante la Segunda República, y su hijo Enrique Riaza Saiz, que estuvo destinado en Tamajón, Alaminos, San Andrés del Rey, Yélamos de Arriba y en otros pueblos de la provincia.
Presidente de la Diputación de Guadalajara
Como militante de Acción Republicana, el partido que lideraba Manuel Azaña, formó parte de la candidatura que la conjunción republicano-socialista presentó en el pueblo de Brihuega para las elecciones municipales que se celebraron el día 12 de abril de 1931, y que tuvieron como consecuencia la proclamación, dos días después, de la Segunda República española. Salió elegido concejal y, a raíz del cambio de régimen político, el día 27 de ese mismo mes se formó una Comisión Gestora de la Diputación Provincial de Guadalajara que presidía el republicano Enrique Riaza Martínez, diputado por Brihuega, y que tenía como vicepresidente al socialista Miguel Bargalló Ardevol, concejal y diputado por Guadalajara. Enrique Riaza había tenido la satisfacción de organizar el 26 de abril de 1931, un importante acto de celebración de la República en Brihuega, en el que, ante una multitud que abarrotaba la plaza, intervino junto a Jorge Moya de la Torre, Miguel Bargalló Ardevol, Antonio Cañadas y los briocenses Narciso Ortega, médico, Antonio Ruiz, obrero.
Enrique Riaza ocupó la presidencia de la Diputación Provincial hasta el día 5 de febrero de 1934, cuando fue cesado por el nuevo gobierno radical-cedista salido de las elecciones legislativas celebradas el 19 de noviembre de 1933. Al frente de la corporación provincial fue sustituido primero por Eliseo Sanchís Carañana, que había sido alcalde de Humanes durante la Dictadura de Primo de Rivera y que militaba en la CEDA, y ya en 1936 por Vicente Madrigal Justel, que tenía una tienda de telas en una esquina de la Plaza Mayor de la capital de la provincia.
Durante los meses en los que no pudo ejercer su labor institucional desde la Diputación, no sólo no abandonó la política provincial sino que redobló su activismo. Fue, desde su aparición el 1º de mayo de 1935, el director de Abril, un semanario republicano de amplio espectro que acogía entre sus redactores y colaboradores a militantes de todos los partidos que más adelante formaron el Frente Popular y que fue el mejor portavoz periodístico provincial de tendencia progresista durante los años de la Segunda República. Se mostró especialmente activo durante la campaña para las elecciones legislativas del 16 de febrero de 1936, recorriendo buena parte de la provincia para intervenir en mítines y reuniones políticas como presidente del nuevo partido de Izquierda Republicana, que tenía a Manuel Azaña como secretario general y en el que también militaba su hermano Esteban. Además, abrió un Círculo Republicano en Brihuega que contaba con setecientos socios, aunque era fuertemente criticado desde las páginas de Solidaridad Obrera por los afiliados del Sindicato de Oficios Varios de la CNT briocense, que le acusaban de obtener con él un lucro particular.
Cuando se conoció la victoria del Frente Popular en esas elecciones, el nuevo gobierno republicano repuso en sus cargos a todos los alcaldes y concejales cesados en 1934, y así fue como Enrique Riaza volvió a presidir la Diputación Provincial desde el 27 de febrero de 1936, siendo nombrado el día 8 de abril de ese mismo año vocal del Patronato local de Formación Profesional en representación de esa corporación. Se mantuvo en este puesto hasta enero de 1937, cuando fue sustituido por Gregorio Tobajas, el dirigente más conocido de la Federación de Trabajadores de la Tierra de la UGT de Guadalajara, como consecuencia de la formación del nuevo gobierno sindical que presidía Francisco Largo Caballero que sustituyó las antiguas Diputaciones por los Consejos Provinciales, por iniciativa de la CNT que quiso constituir Consejos en todas las provincias y territorios.
Acabada la Guerra Civil, el 1 de abril de 1939, Enrique Riaza Martínez fue detenido, encausado y encarcelado desde el 6 de mayo, siendo condenado, en un juicio tan ilegal como arbitrario, a treinta años de prisión, pero la sentencia fue protestada por distintos prohombres del nuevo régimen, como el conde de Romanones, y finalmente fue condenado a muerte y fusilado el día 20 de mayo de 1940 en las tapias del cementerio de Guadalajara, donde fue enterrado. Su hermano Esteban fue depurado y perdió su condición de funcionario del municipio madrileño y su viuda e hijos perdieron prácticamente todo cuanto tenían y que les fue incautado por la dictadura franquista.
JUAN PABLO CALERO DELSO